viernes, 26 de junio de 2009

¿Te cuento?

La remor del mar a l'alba i una platja plena d'algues
que aniràn assecant-se al sol em parlen de Marta.
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Marta, de Joan Manuel Serrat


Cuando vuelva, te contaré de cielos libres.

Te hablaré de las puestas de sol más primitivas.

Te explicaré con detalle de ingeniero el vuelo de las gaviotas.

Te desnudaré los amaneceres hasta que los puedas notar por los poros.

Te bostezaré de las playas perezosas que se quedaron dormidas al sol.

Te respiraré tan cerca que notarás el aliento de los pinos y las algas en la frente, resbalando hacia las orejas y buscándote cogote abajo.

Te contaré la leyenda de la muralla, de la cueva, el faro y la ermita.

Te arañaré los acantilados en las rodillas, se te clavarán algunas rocas, como si fuesen pregunta, te agarrarás a otras, como si fuesen respuesta.

Te marearé con las olas que vienen, las olas que se van, las olas que se quedan y que dejan de ser olas para siempre.

Te dejaré ver en mis ojos trozos de mar transparentes y claros, profundos y salados como ellos...

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Y cuando tu llegues, si no encuentras tal y como te he lo contado, haz como yo.
Disimula.

sábado, 13 de junio de 2009

Denis el 9 de junio de 2007

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La luna llena sobre París
ha convertido en hombre a Denis


De nada servía cerrar las ventanas, ni encadenarse a las barras que hizo poner en su habitación.

Si la luna es capaz de provocar mareas en el mar... ¿por qué demonios iba a comportarse con él como una dama?

De madrugada, por las calles de París resonaban sus aullidos.
Le dolía el cuerpo lleno de heridas nocturnas de las que no guardaba memoria diurna.

Y pensaba en el absurdo de almacenar heridas sin memoria.

Porque toda herida que se precie debería tener su historia.

Amanecía cansado, con la ropa y la garganta destrozadas.

Mantenía la esperanza de ser mordido por el Mago del Siam, que convierte en hombres mortales a los lobos.

Pero el Mago nunca apareció.

Y Denis, noche a noche seguía intentando esquivar su destino.

Hasta que la encontró.


Tuvo que hacerlo. No había más remedio.


Ahora Denis por fin puede dormir por las noches.


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Don marcial el 24 de mayo de 2007

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Casi no fué a la escuela.

Aprendió poco de letras.

A escribir su nombre apenas.


Hay quien aprende a leer con caligrafías, y él leía novelas de "valientes".

Despacito.

Atrancándose con esas palabras difíciles que nunca oyó pronunciar hasta que llegó la televisión.

Porque no me cabe la menor duda de que en el pueblo, o al menos en el entorno familiar, nadie había pronunciado jamás las palabras "dólares", "sigilosamente", "sheriff", "estupefacto", "Wyoming"o "astucia".


Y con el paso de los años, se leyó enterito (como dice la canción) a Don Marcial Lafuente.
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Y por eso hoy me acuerdo del que escribió las páginas de más de 2.600 historias de valientes vaqueros de nombre Joe, aguerridos pistoleros del norte llamados Richard y hermosas damas del sur que atendían por Lupe "Colt" y que hicieron soñar a mi viejo y a un montón de currantes más.

Si Don Marcial aún viviese, seguramente tendría una página web y se llamaría http://www.escopetero.com/.


Y quien sabe, tal vez tendría un blog.

Y mi padre, sin duda, sería un bloguero más cabalgando sobre las palabras.

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Sueños del 21 de mayo de 2007

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Por la noche, cuando te vas a dormir, agotada, pensando en esa lavadora que te olvidaste de poner y donde está el pantalón que querías llevar mañana para la reunión.

Indignada, pensado en la extraña mirada del tipo del bar, que andaba repasando a cualquiera que pasase por delante y que te ha dejado en cueros mientras aguantabas tan dignamente cómo podias tu taza de café entre las manos.Me dá que llevaba alguna copa de más...

Triste, pensando en las cosas que no tienen remedio, como el ojito derecho de papá...(egocéntrica... siempre creí que era yo).Mañana le operan de nuevo...

Risueña, pensando en la transformación que ha hecho tu cara cuando tu hijo ha empezado la frase diciendo "¡He ganado el partido mamá!" y la ha acabado diciéndote "¡Con dos cojones!" . (Creo que la emoción le ha hecho olvidarse de que hablaba con su madre...)

Derrotada, pensando en ese problemazo que se te presentó el martes por la tarde y al que no te ves capaz de darle solución...

Ilusionada, pensando en esas entradas del concierto que son para tí, que nadie te va a quitar, porque están dentro de un sobre, que está dentro de un libro, que está dentro de un cajón, que está dentro del mueble, que está dentro de la sala, que está dentro de tu casa...aunque nunca, jamás quisieras matar a esos Dos pájaros de un tiro.

Perezosa, pensando que mañana te vas a acostar como muy tarde a las 11 y vas a recuperar todo el sueño que dejaste por ahí, en la familia, en la casa, en la peña, en los blogs, en el curro, en secuestros maravillos y en rescates...

Cuando te vas a dormir... entonces todas las cosas que te preocupan, te entristecen, te alegran, te hacen soñar, o te devuelven los pies a la tierra, todas, absolutamente todas, se mezclan y se confunden.

Y el resultado es un extraño cocktail, que en cuanto te desperezas, si no te pones a recordar enseguida, desaparecerá entre las redes de los mundos en off y jamás volverá a ser recordado.

domingo, 7 de junio de 2009

Tengo todas las respuestas

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Si señor, las tengo.


Nunca hablo de ello. Nunca se me ha preguntado correctamente por ninguna de ellas.


Pero sé que las tengo.


Y no una, ni dos, ni tres. Las tengo todas.


No es prepotencia, no, es todo lo contrario a la prepotencia.

Pero si nadie me pregunta de forma correcta qué palabra define lo contrario de la prepotencia, nunca jamás lo podré decir, y será una respuesta más a añadir a las miles de respuestas que esperan ser preguntadas.


Sé que tengo miles de respuestas prisioneras en miles de cofres cerrados bajo llave.


Sólo necesito una buena pregunta, encerrada entre dos llaves perfectas...



Tal vez ésta sería una buena pregunta para alguien que tuviese todas las preguntas, pero no para mí.


Porque yo no tengo todas las preguntas.


Para mi desgracia, no tengo preguntas.


Tengo todas, absolutamente todas las respuestas, esperando una buena pregunta que pueda abrir la caja donde guardo todas las respuestas.
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sábado, 6 de junio de 2009

¡Silencio, por favor!

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Elle à quelque chose d'un ange...

Y al darme cuenta, no me quedó otra que cerrar la boca, mis prejuicios, mi insumisión, mi supuesta "modernidad", y oírla solamente con el corazón.

¡Silencio, por favor!



¡Que no puedo escuchar!

Mireille Mathieu, celle de la voix si jolie.
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Mi primera vez del 30 de abril de 2007

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Esta tarde es para mí. Sólo para mí.

Preparo con cuidado mis toallas, mi ropa, jabón, mascarilla para el pelo, crema hidratante, pinzas de depilar, estuche de pedicura, cremas…
Me daré una ducha rápida. Tengo mucho que hacer…

Dejo que el agua empape mi pelo por completo… es lo que más tarda. Dos enjabonadas.

Luego me pongo la mascarilla, para que haga efecto mientras me dedico a poner a tono el resto del cuerpo.

Cojo ese guante que rasca… No me gusta nada usar el guante de que rasca. Pero todo sea por mis células...

Pienso de nuevo que esta tarde es para mí.

Así que me quito el guante exfoliante, me pongo el jabón en las manos y empiezo a extenderlo por todo el cuerpo.

Y mientras me pongo jabón, pienso de nuevo “Esta tarde es para mí”, y con el pie pongo el tapón de la bañera, me siento en el fondo y me tumbo hacia atrás, dejando que el agua me cubra.

Mis manos se frotan la una a la otra, despacio, por fuera, por la palma, la parte interior de las muñecas, los brazos, las axilas, las piernas, las ingles, las rodillas y entre los dedos de los pies…

Miro mis piernas y actúo.

Como si fuese una película, me divierto doblando las rodillas y estirando el pié de la forma más sexi posible, y me entra la risa.

Miro mis senos… convertidos de pronto en panderetas… y me sonrío mientras pienso en los skateboards.

Mi estómago, mi ombligo, mi vientre… ya casi los cubre el agua. Me entretengo, y con las yemas de los dedos repaso cicatrices. El agua me envuelve.

De pronto noto el roce unas manos que salen de la bañera y acompañan a las mías, acariciando mi vientre.

Rápidamente separo las manos de mi cuerpo… Me avergüenza que otras manos toquen mi vientre.

Meto las manos en el agua y noto que ya no puedo moverlas, que hay otro cuerpo bajo el mío, cálido, un cuerpo que no puedo ver, pero que presiento, y apoyo mi cabeza en su hombro mojado, y me dejo llevar por sus manos, que siguiendo el camino que las mías le enseñaron, me acaricia despacio… el cuello, los senos, el vientre, el sexo…

Me siento extrañamente confusa, casi vencida… Intento apartar sus manos de mi sexo. Nunca me detuve en él más de lo necesario.

Nunca he experimentado esas sensaciones que me cuenta mi amiga Maica calificándolas de “increíbles”, nunca me llamó la atención esa auto-investigación, y tal vez por eso, en las reuniones de tupper-sex a las que he ido, y que por supuesto, no son a las que va David Beckham, no he pasado de echarme unas risas y acabar comprando alguno de esos aceites esenciales…

Y tal vez por la educación recibida, me incomodan esas manos que delicadamente, pero con contundencia, me despliegan pliegue a pliegue e intentan que mis piernas se abran…

Estoy vencida, no puedo mover mis manos, que siguen pegadas al fondo de la bañera.

Noto que mi cuerpo se abre, que mi espalda se arquea y se tensa como un interrogante, que mi nuca se clava en el hombro de ese ser sobre el que estoy tumbada, y que ahora, cuando he abierto los muslos, deja de hurgar en mi, cómo si mi sexo antes cerrado, ya no fuese el centro de sus intenciones, y me toca las rodillas, despacio, mientras el corazón me late en el vientre.

Veo como el agua que ha quedado en mi ombligo como un charquito de lluvia, se mueve por impulsos internos que no puedo controlar, como el tic-tac de un reloj desacompasado. Siento que mis entrañas se contraen haciendo bailar el agua de mi ombligo. Deseo esas manos en mis pechos, deseo esas manos en mi sexo, deseo… ese deseo que no conocía. Deseo.

El agua sigue subiendo, no puedo cerrar el grifo, pero no me importa. .

¡Que se inunde el baño, la casa, que se inunde el mundo entero! Y yo con él..

Sólo quiero sentir ese latido por dentro, ese temblor en las rodillas, en los muslos, esas manos que no dejan ni un solo centímetro de mi cuerpo huérfano de caricias.

Doblo las rodillas y hundo la cabeza en ese cuerpo de agua, donde ahogo un pequeño grito de placer, esperando que mi respiración se calme... y me quedo así unos segundos…

Me falta el aire, y piso con fuerza sus pies contra la pared de la bañera..

Siento que se tensan con los míos, y siento de nuevo toda el agua como unos grandes brazos, que me recogen, que me abrazan tanto que temo que me han abrazado hasta el alma.
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Mis botas de agua del 20 de abril de 2007


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Mis mejores botas, las que llevo más a gusto, no me hicieron daño ni siquiera la primera vez que me las puse.


Sólo las uso en verano, aunque me gustaría ponérmelas todos los días. Son tan bonitos...


Son fresquitas, y sin ser unos geox, mis pies respiran por todos los poros.


No son de piel... no.


Aunque no tienen nada que envidiar a la piel.


Su tacto es suave, suave... más que la piel.


Y no hablemos de lo saludables que son...


Además de tener unas plantillas de esas que te dan masajes al andar, tienen impregnadas un monton de sales y yodo, que cicatrizan las heridas que otros zapatos te hayan podido hacer en los pies...


Si te dejas, son capaces de curar también las heridas del alma...


Si las miras de cerca, tienen un color extraño, transparente...


Son tan maravillosas que, si los miras de lejos, puen variar, como el color de los ojos, gris, azul celeste, turquesa, verde, y hasta negro, cuando me las calzo de noche.


Las puedes encontrar en muchos lugares, pero... no están en venta.


Son talla única, pero se adaptan a cualquier horma.


Para podértelas poner, no necesitas dinero, sino tiempo.


Y como al final, una imagen vale más que mil palabras, os enseño una foto de mis botas de agua.


Este finde me las pondré por primera vez este año...
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¿Bonitas, eh?
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Domingo de ramos del 1 de abril de 2007

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Mi madrina me ha comprado la palma. Mi madre me ha comprado un lazo nuevo para el pelo. Mis primos llevan ramas de laurel, y el cura nos ha bendecido las palmas y las ramas.



Hemos vuelto de misa con ganas de quitarnos la ropa nueva para irnos a jugar al "descampao". Pero dice mi madre que primero hay que ir al retratista, para que nos haga una foto. Claro, no se viste una así todos los días...



Nos hemos puesto pá la foto en el coche de Pepe. Como se lo rallemos nos mata... Está con su cocheeeee...


Don Melitón tenía tres gatos

y los hacía bailar en un plato



¡Que nervios, que nervios!

Isabelita ya está en el descampao, con las botas puestas y las gomas para jugar... y me mira haciendo muecas.


y por las noches les daba turrón
¡Que vivan los gatos de Don Melitón!



Ha encontrado el sitio donde su madre guarda las aspirinas infantiles, ésas que saben a naranja... Ayer nos comimos dos cada una.

Isabelita me mira y hace como que se está comiendo otra... "Isabelita, no me mires más, que me dá la risa...".

Mi primo quiere irse ya, porque el Salva acaba de llegar con la bici.

¡Vamos!
¡Tonto el último!
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viernes, 5 de junio de 2009

Revelado del 11 de marzo de 2007


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Llevaba tantos años guardándola...
No tengo más. Es la única.
La dependienta... ¡qué estúpida y qué borde!
Y mira que se lo he explicado de mil maneras.

"Yo no sé de cosas digitales, chica. ¡Pero veo la tele!".

Le he dicho que si ellos no podían, que me dijese dónde me lo podrían hacer, que no me importa ni el dinero ni si hay que desplazarse.

Y le he dado todos los detalles.

Que tenía un diente montadito encima del otro de una forma tan graciosa...
Que cuando se reía se le hacían arrugas a los lados de la nariz y que yo le decía que sería un viejo de nariz arrugada.
Y que me hacía reir... que siempre me hacía reir.
Que cuando nos mirábamos un rato largo, se ponía muy serio, y entonces era como si no me hubiese visto nunca... y a mi se me aflojaban las rodillas...
Que tenía los ojos mas oscuros que he visto en mi vida.
Pero a pesar de todos los detalles, no lo ha entendido.

Y me ha mirado como si yo estuviese loca.

He metido la foto de nuevo en el sobre.
Y el sobre en mi bolso.
Y he salido de la tienda.
Y entonces ha sido cuando me he puesto a llorar...



¿Alguien sabe dónde me podrían definir esta foto?

Yo quería ser un cubo

Desde que tengo uso de razón yo quería ser un cubo.
Pero sólo con mirarme bastaba para saber que nací bola. 
Si alguien pasaba por mi lado, sólo con el aire que desprendía al andar, yo empezaba a rodar y rodar sobre cualquier superficie.
Y mi pero pesadilla infantil eran las pendientes. Fuesen como fuesen yo siempre acababa rodando cuesta abajo, o incluso cuesta arriba, aterrorizada  por no saber si al final de la cuesta me caería al vacío.
Nunca conseguí estar firme y segura, a no ser que mi entorno fuese plano, planísimo... sin sorpresas, agujeros ni cuestas. 
Y envidiaba a los cubos, las pirámides puntiagudas, los cilindros, que aparentemente se parecían a mi... pero ellos tenían base.
Y cuando veía aquellas figuras, tan bien plantadas en mitad de las cuestas, fantaseaba con sus hermosas aristas y le decía a mi madre "Mama, ¿y a mi cuando me crecerán las aristas?".
Mi madre, que nació bola como yo, por aquellos entonces era un hermoso cilindro, y me decía: "Te harás mayor, pero si no te rompes, no tendrás aristas". 
Y yo, que soy adicta a la belleza en todas las expresiones, también tengo fobia al dolor en todas sus expresiones... y no me quería romper.
Muchas noches soñaba que era un cubo. Soñaba que, sin dolor, me crecían aristas tímidas y puntiagudas, y que me convertían en algo especial. 
Veía las aristas tomando forma en mi esfera, despacito, hasta convertirse en ángulos bellos y perfectos que lo cambiaban todo.

Cambiaban la manera de conjugar todos mis verbos: la manera de sentarme, de caerme, de creerme, de moverme, de salirme, de perderme, de escribirme...  de escribir, de perder, de salir, de mover, de creer, de crecer, de caer, de reír, de vivir... 

No me he roto, y no hay sorpresa final. 
Soy exactamente lo que se veía venir. Una bola. Firme, redonda y absolutamente lisa.
Ya no envidio las aristas pero... me siguen pareciendo preciosas, extrañas, seductoras, enigmáticas y profundamente atractivas.
Cuando la vida (o la inercia) me lleva por cuestas o barrancos, ruedo como puedo, esquivando las rocas y los agujeros del suelo.
Y a veces, cuando encuentro alguna figura en el camino, le pido permiso, abro las orejas y me dejo caer un rato en una de sus rectas.
Y me impregno de sus vivencias...

Y así, ya nutrida, repongo energías para seguir rodando hasta la playa a donde descansan las esferas.