No sabían cuanto iba a durar aquel dulce intercambio de aire.
¿Y si uno de los dos perdía el conocimiento y retiraba sus labios del otro?
Por eso entraron en el agua e inmovilizaron sus cabezas atándose un pañuelo alrededor.
A los 10 minutos ya estaban inconscientes...
No encontraron mejor manera de acabar con ésa desesperación que compartir el último oxígeno que emitían sus bocas.
.