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Casi no fué a la escuela.
Aprendió poco de letras.
A escribir su nombre apenas.
Hay quien aprende a leer con caligrafías, y él leía novelas de "valientes".
Despacito.
Atrancándose con esas palabras difíciles que nunca oyó pronunciar hasta que llegó la televisión.
Porque no me cabe la menor duda de que en el pueblo, o al menos en el entorno familiar, nadie había pronunciado jamás las palabras "dólares", "sigilosamente", "sheriff", "estupefacto", "Wyoming"o "astucia".
Y con el paso de los años, se leyó enterito (como dice la canción) a Don Marcial Lafuente.
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Y por eso hoy me acuerdo del que escribió las páginas de más de 2.600 historias de valientes vaqueros de nombre Joe, aguerridos pistoleros del norte llamados Richard y hermosas damas del sur que atendían por Lupe "Colt" y que hicieron soñar a mi viejo y a un montón de currantes más.
Si Don Marcial aún viviese, seguramente tendría una página web y se llamaría http://www.escopetero.com/.
Y quien sabe, tal vez tendría un blog.
Y mi padre, sin duda, sería un bloguero más cabalgando sobre las palabras.
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