lunes, 29 de enero de 2007

Mala luna

A veces se me olvida
que nadie puede saber lo que pienso
si no lo traduzco en las palabras correctas.

Pero no puedo evitarlo.

Por eso sigo esperando
un vaso de leche y un ibuprofeno,
sin haberte dicho que
me duele un montón la cabeza...

¿Me podrás perdonar?


Estoy

tan

tan

tan


c
a
n
s
a
d
a
.
.
.

sábado, 27 de enero de 2007

Canciones de acampada

Que extraña es la infancia, y la adolescencia.
Será porque las hormonas se revolucionan, se impacientan, se empujan unas a otras, con prisa por crecer, y se cuestionan la vida y la muerte, y se regocijan entonando tristes canciones...

Trato de entender la adolescencia, recordando la mía, tan lejana ya... La acampadas, las alegres acampadas juveniles, las gargantas que durante el día gritaban y emitían risas y carcajadas que se escampaban por el campamento, pero que al caer la noche lloraban mientras degranaban tristes canciones al llanto de una guitarra.

No me sé los acordes... Jamás aprendí a tocar la guitarra más allá de los acordes iniciales del "Moonflower" de Santana, intentando hacer temblar las cuerdas de la guitarra española para que pareciese eléctrica...

Pero cantar... cantar sí.
Tristes canciones.
¿Por qué nos gustaba tanto cantar canciones tristes? ¿Por qué con 13 años se nos pone la vida tan trascendental?
¿Por qué ando yo pensando en qué pensaba cuando era adolescente?
¿Que me inquietaba?
¿Que me quitaba el sueño?



Será porque tengo un niño en casa... que calza un 42 de pie.
Será porque ayer me dijo que piensa mucho en la muerte, que si eso es malo...
Dice que tiene miedo de que se muera nuestro perro... y, después de mirarme un rato, me dijo casi en un susurro "y de que tú te mueras..." 
Será porque, aunque canta canciones de Melendi y le gusta el DJ Xavi Metralla, también canta las de Sabina y Maroon 5, menúdo coctel...
Será porque ahora, los pantalones que se le quedan pequeños soy yo la que los aprovecha como "pantalones pirata".
Será porque se me hace mayor... y su mente adolescente crece a pasos agigantados.
Tal vez su adolescencia no sea tan distinta de la mía...
Todos los que participabamos de aquellas acampadas adolescentes nos llenábamos la boca cantando ésta canción:



Quiero saber por qué el otoño es gris


por qué me voy a morir si yo quiero vivir...


Quiero saber por qué los niños lloran al nacer.


Y quiero saber por qué las flores mueren,


por qué la tarde tiene un anochecer...


Por qué el sol nos calienta, por qué ayer vi llover,


Por qué los niños lloran al nacer...






Quiero gritar a todo el que me oiga


que es mejor olvidar, reír y no llorar.


quiero decir que todo en este mundo no es maldad.


Y quiero saber por qué en el mundo hay guerra,


por qué el mundo pasa hambre y sufre sed...


Por qué dios ama tanto, por qué no amamos a él.


Por qué los niños lloran al nacer


por qué los hombres rezan al morir.

viernes, 26 de enero de 2007

Memoria en tiritas


- ¿Cuando quemaremos los rastrojos?

- Pues cuando podemos los árboles, los geranios, los rosales... Ya sabes.


- ¿El mes que viene?


- No sé... cuando se pueda...
Ya sabes...
¿por que lo preguntas?

- Es que tengo que quemar unas cosas...

- ¿Muchas?

- No... unas tres cajas... o así...

- Buenooo... pues no podrá ser. No se pueden quemartantas cosas de golpe.
El fuego se queda sin aire, y se apaga...
Déjamelos, sacaré el bidón, y cuando queme, te quemaré unos pocos cada día.





- No. Tienen que ser todos a la vez.

- ¿Y por que?

- Porque tiene que ser de golpe... poco a poco no podría. Y los debo quemar yo. Son mis recuerdos.

- ¿Tus recuerdos? ¡No! No quiero quemar tus recuerdos. ¡Yo estoy en tus recuerdos!

- No. Tú estás en mi presente.

- Y en tus recuerdos... Recuerda...

- No, te repito que tú no estás en mis recuerdos. Tu estás en todo, pero no en mis recuerdos.

- Además si olvidas tus recuerdos, falsearás la historia, recortarás una parte de tí que necesitas para seguir viviendo. Olvidarás tantas cosas necesarias si recortas tu historia... Y quedará un agujero mal recortado en el tiempo y en la memoria... y por allí entrará el frío y se te helarán los pies.
No los quemes.
Súbelos al trastero...

- ...

- ¿Y bien?

- ...


- No dejaré que quemes tus recuerdos.


Pero hoy me he encontrado con un montón de recuedos hechos tiritas de colores, mates, brillantes, con letras... todos tirados por el suelo.

miércoles, 17 de enero de 2007

Rebajas

Ayer fuí de rebajas.
¿Por qué?
Pues... porque hay que ir.
Si no vas de rebajas, y encima lo dices, la gente te mira raro...
Y no lo dicen, no, pero lo piensan.
"Mira que es rara la coleguita..."

Pues bien. ¡Fui de rebajas!

Me he comprado unas botas nuevas, muy bonitas, y muy cómodas, sin ésa larguísima puntera que se puso de moda y que, la verdad sea dicha, siempre me ha parecido pelín agresiva... Tengo unas botas nuevas, aunque con la calor que hace, seguramente las botitas "pacíficas" las estrenaré el año que viene.

Cómo un deseo de post-navidad, espero que la PAZ, en mayúsculas, ya se haya instalado definitivamente en el suelo de este mundo cuando mis "pacíficas" de puntera inofensiva lo pisen.

Y me he comprado un abrigo, de esos acolchados que lleva todo el mundo, de color beige. Me lo he comprado porque me sienta bien, y porque no me gusta verme distinta.

Y luego, con mi abrigo puesto he recordado aquellas viejas etapas de la vida en las que una intenta ser diferente del resto del mundo para que no la confundan entre la multitud.

Etapas en las creía que lo que hace distinta a una persona de otra estaba en el exterior.

Ahora sé que la personalidad no se refleja de fuera hacia adentro, sino al revés.

Y con mi abrigo puesto, vestida como la multitud, he intentado pasar desapercibida entre la gente...

sábado, 13 de enero de 2007

Oráculo infantil

Me gusta el número siete.
Desde siempre, el siete.
Cuando era adolescente, por esa necesidad que tenemos los humanos de hacer de las casualidades algo con trasfondo, con algún oculto significado, mi amiga del alma y yo inventamos un oráculo con los números.
Un oráculo infantil, absurdo, pero que nos hacía sonreír mientras caminábamos y charlábamos, como dos pajaritos…



Se trataba de ver matrículas de coche.
Y si en ella estaba más de dos veces tu número favorito, significaba cosas.

* Dos sietes: “Él está pensando en ti”
* Tres sietes: “Él te quiere”
* Cuatro sietes: “Él te va a pedir para salir”

“Él” siempre era el chico que te gustaba.
Mi amiga del alma tenía el cinco cómo número favorito.
“¡Mira! ¡Cuatro cincos! ¿Y que le vas a decir? ¿Qué sí o que no?”
“Ualaaaa! Tres sietes! ¡Lo sabía, lo sabía! Cómo me diga algo, me muero…”

Ha llovido mucho desde mis 13 años, cuando en un día afortunado encontré a mi amiga del alma.
Hemos buscado juntas en todas las matriculas que veían nuestros ojos.

Hoy sigo mirando las matrículas de los coches.
Cuando voy al trabajo, hago siempre el mismo recorrido.
Hace una semana, una de las calles por donde paso siempre estaba cortada, y el tráfico estaba desviado por otra calle.
Y allí había un coche aparcado, con tres sietes…

Aunque la calle ya no está cortada, ahora, cada día cuando voy al trabajo me desvío para pasar por esa calle.

Los días que veo el coche con los tres sietes, me sonrío y me siento tan absurdamente feliz... que esta historia merece estar en el trastero.

miércoles, 10 de enero de 2007

El trastero

Cuando tengo un día gris, subo al trastero, y desde la ventana miro un cielo raso.

Cuando tengo un día espeso, en el trastero tengo una nevera que no enfría llena de botellines de cielo raso líquido para diluir mi espesura.

Cuando tengo un día exterior, en el trastero me reencuentro con mis blandos y conocidos adentros.

Cuando tengo un dia extrañamente perfecto, subo al trastero para darme un buen baño de mis conocidas imperfecciones.

Cuando tengo un día prisionero, subo al trastero, me pongo las alas y me doy un paseo por el mundo, bajo el cielo raso.

Hasta cuando no tengo ganas de subir al trastero, pienso que... menos mal que tengo un trastero y que puedo elegir si subir o no.

Si no lo tuviese, sería menos libre, porque no podría elegir si subir o no, si darle alimento o ponerlo a dieta.

Y aquí estoy hoy, alimentando (e intentando alimentarme) éste trastero vacío.