sábado, 6 de junio de 2009

Mi primera vez del 30 de abril de 2007

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Esta tarde es para mí. Sólo para mí.

Preparo con cuidado mis toallas, mi ropa, jabón, mascarilla para el pelo, crema hidratante, pinzas de depilar, estuche de pedicura, cremas…
Me daré una ducha rápida. Tengo mucho que hacer…

Dejo que el agua empape mi pelo por completo… es lo que más tarda. Dos enjabonadas.

Luego me pongo la mascarilla, para que haga efecto mientras me dedico a poner a tono el resto del cuerpo.

Cojo ese guante que rasca… No me gusta nada usar el guante de que rasca. Pero todo sea por mis células...

Pienso de nuevo que esta tarde es para mí.

Así que me quito el guante exfoliante, me pongo el jabón en las manos y empiezo a extenderlo por todo el cuerpo.

Y mientras me pongo jabón, pienso de nuevo “Esta tarde es para mí”, y con el pie pongo el tapón de la bañera, me siento en el fondo y me tumbo hacia atrás, dejando que el agua me cubra.

Mis manos se frotan la una a la otra, despacio, por fuera, por la palma, la parte interior de las muñecas, los brazos, las axilas, las piernas, las ingles, las rodillas y entre los dedos de los pies…

Miro mis piernas y actúo.

Como si fuese una película, me divierto doblando las rodillas y estirando el pié de la forma más sexi posible, y me entra la risa.

Miro mis senos… convertidos de pronto en panderetas… y me sonrío mientras pienso en los skateboards.

Mi estómago, mi ombligo, mi vientre… ya casi los cubre el agua. Me entretengo, y con las yemas de los dedos repaso cicatrices. El agua me envuelve.

De pronto noto el roce unas manos que salen de la bañera y acompañan a las mías, acariciando mi vientre.

Rápidamente separo las manos de mi cuerpo… Me avergüenza que otras manos toquen mi vientre.

Meto las manos en el agua y noto que ya no puedo moverlas, que hay otro cuerpo bajo el mío, cálido, un cuerpo que no puedo ver, pero que presiento, y apoyo mi cabeza en su hombro mojado, y me dejo llevar por sus manos, que siguiendo el camino que las mías le enseñaron, me acaricia despacio… el cuello, los senos, el vientre, el sexo…

Me siento extrañamente confusa, casi vencida… Intento apartar sus manos de mi sexo. Nunca me detuve en él más de lo necesario.

Nunca he experimentado esas sensaciones que me cuenta mi amiga Maica calificándolas de “increíbles”, nunca me llamó la atención esa auto-investigación, y tal vez por eso, en las reuniones de tupper-sex a las que he ido, y que por supuesto, no son a las que va David Beckham, no he pasado de echarme unas risas y acabar comprando alguno de esos aceites esenciales…

Y tal vez por la educación recibida, me incomodan esas manos que delicadamente, pero con contundencia, me despliegan pliegue a pliegue e intentan que mis piernas se abran…

Estoy vencida, no puedo mover mis manos, que siguen pegadas al fondo de la bañera.

Noto que mi cuerpo se abre, que mi espalda se arquea y se tensa como un interrogante, que mi nuca se clava en el hombro de ese ser sobre el que estoy tumbada, y que ahora, cuando he abierto los muslos, deja de hurgar en mi, cómo si mi sexo antes cerrado, ya no fuese el centro de sus intenciones, y me toca las rodillas, despacio, mientras el corazón me late en el vientre.

Veo como el agua que ha quedado en mi ombligo como un charquito de lluvia, se mueve por impulsos internos que no puedo controlar, como el tic-tac de un reloj desacompasado. Siento que mis entrañas se contraen haciendo bailar el agua de mi ombligo. Deseo esas manos en mis pechos, deseo esas manos en mi sexo, deseo… ese deseo que no conocía. Deseo.

El agua sigue subiendo, no puedo cerrar el grifo, pero no me importa. .

¡Que se inunde el baño, la casa, que se inunde el mundo entero! Y yo con él..

Sólo quiero sentir ese latido por dentro, ese temblor en las rodillas, en los muslos, esas manos que no dejan ni un solo centímetro de mi cuerpo huérfano de caricias.

Doblo las rodillas y hundo la cabeza en ese cuerpo de agua, donde ahogo un pequeño grito de placer, esperando que mi respiración se calme... y me quedo así unos segundos…

Me falta el aire, y piso con fuerza sus pies contra la pared de la bañera..

Siento que se tensan con los míos, y siento de nuevo toda el agua como unos grandes brazos, que me recogen, que me abrazan tanto que temo que me han abrazado hasta el alma.
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