domingo, 4 de febrero de 2007

Viajar con alma

Recuerdo los viajes a Mallorca en barco. Geniales. Barcelona-Mallorca en 8 horas.
Y tras 8 horas, con el cuerpo y el alma cansados ya podrías ir a Valldemossa, a Deiá, a La Cartuja… o a “La Casa del Vent”...



Y desde allí imaginar a la rebelde Madame Dudevant escandalizando a los aldeanos, fumando puros habanos. escondida tras el nombre y el traje de George Sand, mientras un romántico Chopin con tos inventaba para ella su mejor música.

Ahora, si vas en el Ferry, Barcelona y Mallorca se juntan en tres horas. Y no es lo mismo.

Es necesario viajar despacio. Planear el viaje, para disfrutarlo al máximo.
Tal vez por eso nunca he hecho viajes a lugares lejanos.
Porque para disfrutar necesito que mi alma me acompañe en el viaje.

Una vez viajé a Sevilla en avión. Fue un viaje imprevisto, y no tuve tiempo de pensar.

Mi cuerpo anduvo por Triana, la Plaza de España, el barrio de Santa Cruz… Se alimentó de puntillitas, flamenquines, sudó con las horas de calor… se refrescó con manzanilla… y clavó sus ojos en las ventanas, en las fachadas de las calles sin sentir la blancura, porque estaba vacío, porque no tenía alma.

Al volver, me encontré con mi alma, sentada en el mármol de la cocina, en esa postura tan cómodamente familiar que suele tomar mi cuerpo cuando está a solas con mi alma en la cocina…

Así que no tuve mas remedio que sentarme a su lado, y decirle que la había echado tanto de menos… que jamás volvería a viajar deprisa.

PD: Volví a Sevilla, en un viaje largo, pero esta vez fuí con mi alma, Y entonces entendí al río Guadalquivir cuando se quejaba:



“Me tengo que decidir entre Sevilla y Triana y yo no se cual elegir…
¡Ay! Quien pudiera fundir en un perfume
menta y canela…”

Me encantaría viajar...
nadar otras calles,
oler otros mares,
beber otros valles...
y  luego
regresar.


6 comentarios:

  1. Decididamente me kedo de okupa a pasar esta noche aqui y vengo con mi alma.

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  2. Ningún viaje se saborea si no se hace despacio, planeándolo con mimo, en cada detalle, y si no se hace en compañía del alma. Ya sea por la geografía del planeta o por la de la vida. Yo, al menos, disfruto casi más en esos recorridos que hago por ambas geografías mientras los planeo que cuando los realizo.

    Y entiendo la sensación que te produjo tu primer viaje a Sevilla. No se puede ir a Sevilla sin el alma... Ni el pescaíto frito alimenta, ni la manzanilla entra bien, ni el sudor extrae todas las toxinas del cuerpo... Sevilla es una ciudad para vivirla, y no se la puede vivir sin el alma en la mochila.

    Un saludo. por cierto, la imagen del alma sentada en el mármol de la cocina es preciosa.

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  3. Cada vez que viajo me llevo mi guía, mi cámara, mi libreta de notas y mi alma. No entiendo el viajar de otra manera. Lo que tu sentiste en Sevilla a mi me sucedió en Granada. Quizás la lipotimia que me dio en Sevilla tuviera algo que ver.
    Besitos y buena semana Trastos,
    Lena.

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  4. Cuidado con los viajes en barco... puedes llegar a naufragar.

    Besos.

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  5. "Cuando emprendas el largo viaje hacia Ítaca..." blablablabla... De esto, Cavafis y Luis Llach creo que ya hemos hablado, así que no lo repito.

    De viajes sé poco. Hay quien, a falta de algo mejor, utiliza el Google Earth o el Google Maps para viajar.

    Besos.

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  6. Viajar se siente chévere, especialmente cuando el viaje se planéa con tiempo, y la imaginación nos mantiene despiertos.

    A mi me encantan los viajes en trenes, me dan tiempo para escribir, leer, y soñar.

    Saludos

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